Descubre cuándo usar frío y calor para aliviar el dolor y mejorar la recuperación. Guía clara y práctica basada en evidencia profesional.
El uso de terapias térmicas es una herramienta muy común tanto en fisioterapia como en el manejo del dolor cotidiano. Saber cuándo usar frío y calor puede marcar una gran diferencia en la recuperación, ya sea tras una lesión aguda o durante un proceso crónico. Elegir el agente térmico adecuado en el momento correcto puede favorecer la regeneración de los tejidos, reducir el malestar y optimizar el proceso de curación.
Cuándo usar frío y calor en la fase aguda versus crónica de una lesión
Uno de los errores más frecuentes en la autogestión del dolor es no saber cuándo usar frío y calor en función del momento en que se encuentra la lesión.
Fase aguda: primeros 2–3 días tras la lesión
Durante la fase aguda, el cuerpo responde con inflamación, hinchazón y dolor agudo. Aquí, la aplicación de frío puede ayudar a:
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Disminuir la respuesta inflamatoria
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Reducir la hinchazón y el calor local
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Bloquear parcialmente la conducción nerviosa, reduciendo la percepción del dolor
Situaciones frecuentes donde el frío puede ser útil:
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Esguinces de tobillo o muñeca
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Golpes o contusiones
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Desgarros musculares
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Postoperatorios inmediatos
Según investigaciones publicadas en Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports, la crioterapia puede ser eficaz en la gestión de lesiones de tejidos blandos en su fase inicial (fuente).
Fase crónica: después de la inflamación
Una vez que la inflamación aguda ha disminuido, la lesión entra en una fase subaguda o crónica, donde los síntomas predominantes suelen ser la rigidez, el dolor persistente o la limitación funcional. En este contexto, el calor puede ser más beneficioso.
Beneficios del calor en esta fase:
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Aumenta la circulación sanguínea local
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Mejora la flexibilidad muscular y del tejido conectivo
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Disminuye la rigidez articular y prepara para el ejercicio terapéutico
Comprendiendo los efectos fisiológicos de la terapia con frío
Para saber con precisión cuándo usar frío y calor, es clave entender cómo actúa el frío a nivel fisiológico.
Vasoconstricción y control inflamatorio
La aplicación de frío provoca una vasoconstricción, es decir, el estrechamiento de los vasos sanguíneos. Esto disminuye el flujo sanguíneo hacia el área afectada, reduciendo:
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El edema (acumulación de líquido)
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El dolor agudo
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La actividad metabólica, lo que puede evitar daño tisular secundario
Disminución de la conducción nerviosa
El frío también ralentiza la velocidad de transmisión de los impulsos nerviosos, lo que tiene un efecto analgésico temporal. Esto es útil tras traumatismos recientes o intervenciones quirúrgicas.
Como señala un artículo en PubMed, la crioterapia puede reducir la excitabilidad de las fibras nerviosas sensoriales y aliviar el dolor en contextos agudos (fuente).
Comprendiendo los efectos fisiológicos de la terapia con calor
Entender cuándo usar frío y calor también requiere conocer cómo el calor influye en el organismo y en los tejidos afectados.
Vasodilatación y aumento del flujo sanguíneo
El calor induce vasodilatación, que incrementa la irrigación sanguínea en la zona tratada. Esto facilita:
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El aporte de oxígeno y nutrientes a los tejidos
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La eliminación de productos de desecho
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La aceleración de procesos de reparación celular
Relajación muscular y mejora del rango articular
El calor puede reducir la actividad de las fibras musculares hiperactivas, disminuir los espasmos y mejorar la extensibilidad del tejido blando. Es especialmente útil antes de:
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Estiramientos
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Terapias manuales
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Ejercicios terapéuticos
Opciones de aplicación:
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Compresas calientes húmedas
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Almohadillas térmicas eléctricas
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Baños de agua caliente o duchas prolongadas
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Terapia de infrarrojos en entornos clínicos
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Cuándo usar frío y calor en dolor articular, rigidez e inflamación
Una de las dudas más comunes es cuándo usar frío y calor en situaciones que involucran articulaciones doloridas, inflamadas o rígidas. La elección correcta depende de si se trata de un proceso inflamatorio agudo o de una condición crónica con restricción de movilidad.
Dolor agudo e inflamación: mejor aplicar frío
Durante las primeras 48 a 72 horas tras una lesión articular, la zona puede estar hinchada, caliente y dolorosa. En este contexto, el frío puede ser más eficaz, ya que ayuda a:
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Reducir la respuesta inflamatoria
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Disminuir la hinchazón y el edema local
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Aliviar el dolor mediante la modulación neurosensorial
Casos frecuentes donde se recomienda el uso de frío:
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Esguinces articulares (tobillo, rodilla, muñeca)
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Brotes inflamatorios de artritis reumatoide
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Contusiones y lesiones traumáticas
Según investigaciones publicadas en Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports, la crioterapia puede ser eficaz en lesiones articulares recientes al limitar la inflamación (fuente).
Rigidez articular o dolor crónico: calor como aliado
En casos crónicos o cuando la inflamación ha cedido, aplicar calor puede facilitar la movilidad y aliviar la rigidez. Esto es especialmente útil en:
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Artrosis de rodilla o cadera
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Rigidez matutina en enfermedades reumáticas
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Limitación articular post-inmovilización
El calor actúa sobre tejidos profundos, promoviendo la vasodilatación, aumentando el flujo sanguíneo local y mejorando la extensibilidad del tejido conectivo.
Cuándo usar frío y calor según la modulación del dolor y efectos neurológicos
Otra forma de entender cuándo usar frío y calor es considerar cómo estas terapias afectan la percepción del dolor y el sistema nervioso.
Frío: efecto analgésico neurosensorial
El frío disminuye la velocidad de conducción nerviosa, bloqueando temporalmente la transmisión del dolor. Esto es especialmente útil en:
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Lesiones agudas o recientes
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Dolor posterior a cirugía
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Hiperreactividad nerviosa (por ejemplo, neuralgias)
Como muestra una revisión publicada en PubMed, la crioterapia puede reducir la excitabilidad de fibras nerviosas y mejorar la tolerancia al dolor (fuente).
Calor: activación de mecanismos inhibitorios del dolor
El calor estimula receptores térmicos que pueden activar el mecanismo de puerta neural del dolor, reduciendo así la intensidad percibida. Además:
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Favorece la relajación muscular
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Disminuye la actividad simpática
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Reduce el espasmo muscular asociado al dolor crónico
Este efecto es útil en:
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Dolor lumbar crónico
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Cefaleas tensionales
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Puntos gatillo miofasciales
Efectos del frío y el calor sobre los músculos, la fascia y el tejido conectivo
En rehabilitación, también es clave saber cuándo usar frío y calor para tratar estructuras blandas como los músculos, la fascia y los tendones.
Aplicación de frío en músculos y tejidos blandos
El frío ayuda a limitar el daño secundario después de una lesión muscular aguda, ya que:
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Disminuye la actividad metabólica tisular
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Reduce el flujo sanguíneo excesivo
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Controla el dolor durante las primeras fases del desgarro muscular
También puede aliviar el dolor muscular post-ejercicio (DOMS), especialmente si se aplica en forma de baños fríos o compresas.
Calor sobre fascia y tejido conectivo
El calor mejora la elasticidad de tejidos como tendones, cápsulas articulares o fascia muscular, especialmente antes del ejercicio terapéutico o movilización. Esto puede:
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Facilitar la elongación muscular
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Preparar los tejidos para la terapia manual o estiramientos
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Reducir la rigidez miofascial
Opciones eficaces de aplicación incluyen:
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Almohadillas térmicas
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Compresas calientes húmedas
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Infrarrojos clínicos
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Baños de agua caliente
Combinar calor antes del movimiento y frío después de la actividad física es una estrategia utilizada en fisioterapia para optimizar resultados.
Cuándo usar frío y calor en la rehabilitación y recuperación deportiva
En lesiones deportivas, es clave saber cuándo usar frío y calor para aplicar el tratamiento correcto según la fase de la recuperación.
Lesiones agudas: por qué elegir frío
Durante las primeras 48 a 72 horas posteriores a una lesión aguda (como un esguince o desgarro muscular), el cuerpo reacciona con inflamación, hinchazón y dolor. En esta etapa, el frío ayuda a:
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Disminuir la respuesta inflamatoria
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Reducir el edema
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Aliviar el dolor bloqueando señales nerviosas
El uso de compresas frías o baños de hielo puede limitar el daño tisular y favorecer la recuperación inicial. Según un estudio publicado en Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports, la crioterapia puede ser eficaz para controlar el dolor y la inflamación aguda (fuente).
Etapas subagudas o crónicas: calor para movilidad y confort
Una vez controlada la inflamación, el uso de calor puede favorecer:
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La relajación muscular
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El aumento del flujo sanguíneo local
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La preparación para ejercicios de rehabilitación
Aplicar calor antes de una sesión de terapia mejora la elasticidad del tejido y reduce el riesgo de nuevas lesiones.
Diferencias en la aplicación: compresas frías, almohadillas térmicas e hidroterapia
Otro aspecto esencial sobre cuándo usar frío y calor es entender cómo aplicarlos correctamente.
Formas comunes de aplicar frío:
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Compresas frías reutilizables: ideales para zonas localizadas
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Bolsas de hielo envueltas en tela: seguras para uso domiciliario
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Baños de inmersión en agua fría: muy usados en recuperación postentrenamiento
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Terapia con cámaras de crioterapia: utilizadas en alto rendimiento deportivo
Aplicaciones de calor recomendadas:
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Almohadillas eléctricas con control de temperatura
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Compresas calientes húmedas: penetran más profundamente
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Baños de agua caliente o hidroterapia
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Terapia de infrarrojos para uso clínico
Ambos métodos deben aplicarse de manera controlada: entre 15–20 minutos por sesión, evitando el contacto directo prolongado con la piel para prevenir quemaduras o congelación.
Guías clínicas y recomendaciones para un uso seguro
Para determinar cuándo usar frío y calor, se deben seguir ciertas recomendaciones clínicas basadas en evidencia científica.
Frío:
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Ideal en las primeras 72 horas post-lesión
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No debe aplicarse en áreas con mala circulación o heridas abiertas
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Se debe usar por períodos cortos con intervalos
Calor:
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Recomendado en dolores musculares persistentes, rigidez o tensión
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Evitar su uso sobre zonas inflamadas o con enrojecimiento
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Muy útil antes del ejercicio para preparar los tejidos
Según datos disponibles en PubMed, el uso excesivo o mal aplicado de frío o calor puede ralentizar el proceso de curación y provocar efectos secundarios indeseados (fuente).
Cuándo usar frío y calor – 5 preguntas frecuentes
Una manera eficaz de aprender cuándo usar frío y calor es respondiendo a las preguntas más comunes entre pacientes y deportistas.
¿Frío o calor para el dolor de espalda?
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Frío: si el dolor es agudo o inflamatorio
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Calor: si el dolor es crónico o muscular
¿Puedo aplicar calor todos los días?
Sí, en condiciones crónicas. El calor puede usarse una o dos veces al día, especialmente antes de la actividad física.
¿Se puede alternar frío y calor?
Sí, esta técnica se llama terapia de contraste. Se utiliza en fases subagudas o en recuperación activa, siempre con control profesional.
¿El frío ayuda con el dolor muscular post-ejercicio?
Sí. Muchos atletas usan frío para reducir el dolor muscular de aparición tardía (DOMS). Ayuda a disminuir la inflamación tras esfuerzos intensos.
¿Hay riesgos en usar calor o frío?
Sí, si se aplican mal. El frío puede causar irritación si se mantiene mucho tiempo; el calor puede agravar procesos inflamatorios si se usa demasiado pronto.